“Nunca me propuse estar en el IAAVIM presidiendo. De hecho, surgió cuando estaba pensando en cortar con la gestión para profundizar en lo mío”, dice Axel Monsú (37), un misionero con tonada cordobesa (casi un oxímoron de la identidad), que ya no peina los juveniles rulos con los que empezó a hablar de hacer cine en Misiones, hace 15 años. Sin embargo, reúne unas 17 realizaciones audiovisuales en su haber, logró que ya no haga falta explicar qué es el “Oberá en Cortos” y ahora preside el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAVIM).
Y cuando habla de “lo mío” se refiere a “Zulma”, un proyecto de largometraje que comparte con Lucía Alcaín y que ya va por su sexta versión de guión, que ganó el Gleyzer en el 2015 y el año pasado tuvo su declaración de interés para filmarse. “Yo quiero hacer mi oficio. Sé que estoy acá por un período, pero luego pasaré la posta. Aunque está bueno construir esto del Instituto. Trabajarlo desde la utopía desde la cual gestamos la ley”, cuenta, mientras paseamos por el Cerro Pelón, en la ciudad de Posadas.
Es que fueron años de trabajar en la elaboración de la Ley de Producciones Audiovisuales, junto a la Red de Realizadores, que empezó a calentar motores bajo la colorida arpa del Festival y siguió. Años de asesorarse y buscar alianzas… como la del exdiputado Marcelo Rodríguez, quien canalizó la propuesta para su aprobación en el recinto, en 2014. Relativamente rápido, en el 2016 se concreta la creación del IAAVIM, con su consejo directivo colegiado, “de manera que muchos sectores tengan voz en el Instituto”. ¿Utopía? Ya no
Siempre tras la utopía
Utopía es una palabra que explica muchas cosas en la trayectoria de Axel.
Si esto fuera una película, viene el momento del flashback, y nos vamos al año 1998, cuando el director de cine Julio Salinas llega a Misiones con la idea de filmar “Juan Darien” en San Ignacio, su tierra natal. Un proyecto bien fundamentado, que nunca se concretó. Sin embargo “para mí fue una puerta de entrada a ver qué era esto de intentar hacer cine. Yo estaba terminando el secundario (en Oberá). Y postergué la facultad un año para quedarme ahí, colaborando en eso”. Salinas instaló sus oficinas en la antigua Estación de Trenes de Posadas, en los años de “La Murga de la Estación” y otras movidas. “Era un foco muy lindo. A mí me sirvió muchísimo. Yo venía con ganas de hacer teatro y cortos, pero no tenía la decisión de hacer cine. Y ahí sí, la tuve. Viendo la realidad, porque fue también darme cuenta de que no era algo fácil. Si hoy es difícil hacer cine, imaginate en el ´98… se trabajaba en celuloide aún”, rememora.
Y así partió a la facultad de Cine de Córdoba en el 2000. “No terminé la carrera. Me falta Antropología y Técnica de la Investigación Social. Pero por ahora no me interesa recibirme”, confiesa. Sin embargo, de un trabajo práctico surgió la propuesta de filmar el corto de ficción antropológica “Misiones”. Que de alguna forma, desencadenó todo lo demás…
Parecía muy descabellado hablar de hacer cine en Misiones cuando llegaste con ese corto entre manos, allá por el 2003. ¿Qué crees que contribuyó que no sea una utopía?
Creo que nos encontramos un montón de personas que entendimos que está bueno hacer cosas acá. Que se puede construir fuera del centralismo. Yo al corto lo quería hacer con gente de Misiones en los distintos roles; me puse a averiguar qué misionero estaba en el tema. Me contacté con Guille Rovira; con Augusto González Polo… Y mientras lo hacíamos, empezamos a pensar: dónde lo mostramos… y pensamos en Oberá, y en hacer un festival y que pueda contribuir al turismo. Y cuando surge el festival (año 2004), queríamos exhibir obras de productores locales. Ahí nos contactamos con Maximiliano González, que estaba en Rosario (Santa Fe) en esa época.
Y se podría seguir largamente hablando de toda la gente que pasó y pasa por el festival y de los proyectos que se gestaron a partir del “Oberá en Cortos”. Pero volvemos al tiempo presente.
¿Y cómo sigue el Festival, 15 años después?
Sigue tras la utopía de ser algo que tiene vida propia. Me pude correr del lugar de organización, y ahora apoyo desde el IAAVIM, ya que la Provincia es organizadora. Pero ya no estoy en el detalle. Pero por ejemplo, este año tenemos previsto cubrir desde el Estado los roles de coordinador general del festival y productor ejecutivo. Así que le vamos a garantizar a quienes se postulen un sueldo por algunos meses. Me alegro de ver que por todos los lugares que pasé, hoy hay alguna remuneración para esos espacios… en los que yo laburé gratis. Pero bueno (ríe).
¿Cuando te dieron la presidencia del IAAVIM te sentiste reconocido?
Siento que estoy en otro desafío, que está bueno. Y sé que si no hubiera sido desde este lugar, hubiera estado encima del Instituto para que funcionara. Pero sí; es un reconocimiento que me hayan dado ese voto de confianza: de decir, esto se está iniciando… tomá, conducilo.
Aparte de lo público ¿da para vivir este trabajo?
Lo nuestro es una actividad en la que siempre vas a ser free lance. Entonces todo el tiempo hay que estar inventando proyectos y alternativas. Y también es una cuestión de capital social: cuando uno más se va haciendo conocido y empujando el carro, ese esfuerzo siempre paga. Lo que pasa es que si yo alguna vez hubiera puesto esa pregunta primero… no hubiera hecho absolutamente nada.
¿Te preocupó alguna vez cómo te ibas a sustentar?
De mi vida no me preocupé tanto como de mis proyectos. Siempre buscando cómo hacer que esos proyectos puedan realizarse. Y al final, el pensar en cómo esos proyectos puedan ser viables, terminan haciendo que la vida de uno sea viable…
¿Alguna vez pensaste que habías equivocado el camino?
Sí, siempre se hacen replanteos en la vida, no?. Aunque nunca al punto de aflojar. Pero casi una vez por año… hay un punto en que uno baraja y se pregunta: qué estoy haciendo. Y la verdad, todavía no sé si me equivoqué o no (ríe)…
¿Y qué hubieras hecho si tuvieras otro personaje?
Si no hubiera laburado de esto… hubiera estado en el campo, en agricultura, o como guardaparque. Algo cerca de la naturaleza, que es algo que me gusta mucho.
Costó encontrarte. ¿Viajas mucho?
La inestabilidad es algo constante en la producción audiovisual. Ahora estoy viviendo en Posadas y tres noches al menos estoy en mi casa, pero el resto estoy viajando. Eso por la gestión. Pero cuando estás laburando por la producción es lo mismo: el año pasado estuve casi un mes en Corrientes, haciendo la dirección de arte de un proyecto en el que veníamos desde antes de que surja esto del IAAVIM. Y no quise dejarlo de lado porque es un punto importante para mi carrera.
Pero participo del IAAVIM porque creo en una construcción colectiva y social. Si no, me hubiera puesto a producir directamente, y no a hacer festivales y generar espacios.
Artículo publicado en la edición N° 35 de Revista ENFOQUE
Escribe Ivana Roth (directora del proyecto ´El Centésimo Mono´)
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