La tensión aumentaba este sábado en varios sectores de París, sobre todo cerca de los Campos Elíseos, en donde la policía lanzaba gases lacrimógenos para mantener bajo control la nueva protesta de los «chalecos amarillos» que lanzaban piedras y manifestaban al grito de «¡Macron dimisión!». Las protestas, según señaló la agencia AFP, incluían nuevamente a una multitud (la policía estimó más de 30 mil personas), y si bien hasta el mediodía parisino las postales habían sido menos violentas que la semana anterior, como resultado del marcado refuerzo del operativo de seguridad, el clima parecía recalentarse al empezar la tarde.
Así se notaban varios focos en los que los manifestantes lanzaban piedras a la policía, que respondía con gases lacrimógenos. El número de detenidos a primeras horas de la tarde rondaba las 700 personas, según señalaba el primer ministro Edouard Philippe. Se trata de un número superior a los arrestados de la semana anterior.
Dentro del enorme operativo, las fuerzas de seguridad están llevando a cabo controles en las estaciones de ferrocarril y en los puntos estratégicos de la capital donde se congregan los manifestantes ataviados con los ya tradicionales chalecos fluorescentes convertido en el símbolo de este movimiento de contestación popular.
En toda Francia se han desplegado medidas de seguridad excepcionales, sobre todo en París, donde las escenas de guerrilla urbana del pasado sábado impactaron al país y al mundo. Cerca de 90.000 policías están desplegados en todo el territorio. Además, por primera vez en más de una década, se veían en la capital vehículos blindados de la gendarmería.
El movimiento de los «chalecos amarillos», que empezó oponiéndose a la subida del impuesto a los combustibles y que ahora refleja una exasperación social más amplia, sacude a Francia desde hace más de dos semanas.
Los chalecos amarillos fueron ganando cada vez más volumen, lejos de los sindicatos y partidos políticos, hasta las postales de la protesta del pasado sábado, que ya tuvieron una gravedad inusitada, con decenas de autos quemados, comercios saqueados y París viviendo un caos total. Este sábado, hasta el mediodía los incidentes habían sido menores que el sábado anterior, pero la tensión era extrema y se producían corridas y gases lacrimógenos, con la policía tratando de acordonar a los manifestantes para que no siguieran avanzando. Ya ardían incluso algunos cestos de basura.
Tras reunirse este viernes por la noche con el primer ministro, «representantes» de los chalecos amarillos pidieron que la gente no se manifestara en París, donde se cerraron museos, monumentos, comercios y numerosas estaciones de metro en el centro de la capital francesa.
Fuente: Perfil